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Entre el travestismo libertario y la búsqueda de una nueva derecha

Por Andrés Mendieta

El 17% de los votos arrancados por La Libertad Avanza en Jujuy no fue solo un número frío, sino un terremoto político que resquebrajó los cimientos del mapa tradicional y, de paso, barrió del tablero visible al otrora hegemónico Partido Justicialista.

Una cifra que, aunque catapultó a los libertarios al segundo lugar, dejó al desnudo el techo de cristal de su proyecto: una provincia hastiada de lo viejo, sí, pero que se resiste con alma y cuerpo a abrazar el vértigo errático y los extremismos estridentes de este oficialismo nacional que confunde libertad con chavismo.

En este paisaje fracturado —donde el peronismo yace como un fantasma sin peso en la conciencia política actual—, surge con fuerza un nuevo germen, un núcleo de personas entre los que se encuentran productores agropecuarios y pequeños empresarios, algún gremialista, todos con raíces profundas en la tierra jujeña, pretenden alzar la bandera de una centro-derecha con temple y dispuesta a discutirle a los libertarios valores históricamente arraigados en la sociedad jujeña.

No buscan apoyo nacional, dice que tienen un partido de distrito que los eximen de alguna bendición nacional, procuran fortalecer un partido provincial filo conservador.

Este nuevo espacio cobra fuerza precisamente porque el Justicialismo, antaño columna vertebral de la política local, hoy no figura en la consideración de nadie, La Cámpora hizo lo suyo para que esto ocurra. Ahora el verdadero duelo se libra entre el oficialismo provincial y los gritos libertarios.

Esta nueva derecha, aún en estado germinal, alguna vez intentaron sumarse a las huestes de Milei, aunque ahora su distanciamiento de La Libertad Avanza no es un gesto tibio, sino un rechazo visceral a la farsa política.

Estos actores no son libertarios; son, en esencia, conservadores que entienden que las formas en democracia no son un oropel, sino el cimiento mismo del fondo. Para ellos, el respeto a las instituciones y la coherencia no son accesorios, sino el alma del quehacer público.

A decir de los libertarios, estaríamos hablando de un grupo de Ñoños Republicanos.

Y es aquí donde la crítica se vuelve certera y demoledora: La Libertad Avanza en Jujuy está coptada por un travestismo político grotesco. Hablamos de sujetos de lealtades sucesivas, camaleones ideológicos que han hecho de la política no un servicio, sino su único oxígeno vital.

Son nómades sin brújula, bailarines de un carnaval donde las convicciones se alquilan al mejor postor y el discurso cambia como la luna. Su método es el oportunismo puro, una danza de máscaras donde hoy son una cosa y mañana si es necesario su antítesis.

Frente a este espectáculo de incoherencia, el nuevo grupo emerge convencidos que por lo menos en Jujuy está claro que la libertad que pregona La Libertad Avanza es un significante vacío. Han tomado una de las obsesiones más nobles y antiguas de la humanidad, compleja en su profundidad, nítida en su esencia unívoca de dignidad, y la han reducido a una abstracción bastardizada.

Le han extraído el alma histórica, la han divorciado de la responsabilidad, y en su lugar han sembrado equívocos dolosos: confunden libertad con caos, autonomía con desintegración social, rebeldía con ateísmo institucional.

Los nuevos, dicen que pretenden reivindicar un liberalismo anclado en la realidad, no en consignas incendiarias: una derecha moderna que hable el lenguaje de la producción, no del grito; que busque seguridad jurídica, no atajos temerarios; que promueva diálogo fértil con lo productivo, no monólogos en las redes.

La disyuntiva jujeña, trasciende lo partidario: es un combate por el alma de la representación política.

¿Podrá fraguarse una centro-derecha que una ética republicana inquebrantable con la modernización del Estado y el desarrollo económico, lejos de mesianismos agresivos y personalismos vanidosos? ¿Logrará articularse desde las bases productivas, desde la tierra hacia el poder, y no como paracaidistas de opereta?

Las respuestas son semillas recién sembradas, pero la pregunta ya está en las calles jujeñas.

Este soplo de renovación, que barre los viejos moldes en un escenario donde el Justicialismo agoniza sin lloradores, no es solo una novedad, es una posibilidad.

 

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