Andrés Mendieta
La zamba, esa danza que resume la nostalgia, el amor imposible y el vaivén de un pañuelo más elocuente que muchos discursos legislativos, acaba de sumar una nueva fecha a su nutrido calendario de homenajes.
Gracias al proyecto presentado por el concejal Gonzalo Corral, aprobado sin mayor resistencia en el Concejo Deliberante, el 7 de abril ha sido oficialmente declarado Día Municipal de la Zamba en Salta.
El problema? Que el 7 de abril ya es el Día Nacional de la Zamba, precisamente en conmemoración de la inscripción en SADAIC de la célebre zamba “La 7 de abril”, hito que consagró esta fecha como símbolo del folclore argentino.
Pero hay más, el 29 de septiembre ya ocupaba un lugar sagrado en el almanaque folclórico. Ese día se estableció oficialmente el Día Nacional de la Zamba en honor a Gustavo «Cuchi» Leguizamón, uno de los emblemas más grandes del folclore salteño, quien no solo le puso música a la zamba, sino también al alma, la crítica social y la rebeldía poética.
Así que ya teníamos dos fechas nacionales, y ahora sumamos una municipal. Porque la zamba, al parecer, no baila si no le sobran cumpleaños.
Corral defendió su ocurrencia bajo el lema de «revalorizar el acervo cultural salteño», como si declarar días municipales fuese una hazaña antropológica y no el hobby preferido de un Concejo que confunde legislar con coleccionar efemérides.
Este no es un delirio aislado, sino la rutina permanente de un Concejo que hace de la frivolidad su bandera.
El proyecto de Corral es solo un capítulo más de su archivo de ocurrencias banales, tejido en sesiones donde el sentido común es el gran ausente.
La ordenanza se aprobó con la velocidad de quienes temen que la lucidez los alcance. Solo faltó proclamar el 8 de abril como «Día de la Resaca Zambera» (ojalá esta frase no ilumine a los genios del CD en su próxima sesión de lluvia de ideas banales).
Y aquí la pregunta que quema, ¿Cuánto cuesta a Salta este carnaval legislativo de los miércoles, donde sueldos, asesores y viáticos se invierten en engordar calendarios con copias de fechas que ya honran al Cuchi cada 29 de septiembre? ¿Es este el «trabajo» de una institución que debería ocuparse de calles rotas, inseguridad o pobreza?
Así, la zamba suma un homenaje de cartón, y los salteños con la certeza de que su Concejo Deliberante opera en un universo paralelo, uno donde inventar días es política de Estado, y resolver problemas reales, una efeméride pendiente.
Como en toda zamba, la política gira, se cruza y vuelve al mismo punto. Y el pañuelo, al final, siempre lo agita quien ocupa la banca.


